lunes, 23 de noviembre de 2009

Un paso adelante en el agrupamiento obrero

Encuentro sindical del 2 de abril

Luego de meses de ir madurando, reunión tras reunión, el armado de un encuentro de trabajadores, por fin se realizará el 2 de abril a las 10 horas en las instalaciones de la facultad de Filosofía y Letras de la UBA. La conformación de un espacio común de los sectores combativos y antiburocráticos fue creciendo como parte del proceso de nuevas luchas y reivindicaciones que lo trabajadores vienen expresando desde hace meses. Este reagrupamiento es un hecho positivo y es una manifestación de una lenta recomposición política en sectores de trabajadores ocupados. Este proceso arrancó en primer lugar con la conformación del movimiento piquetero desde el año ’96 en adelante, luego con el movimiento de recuperación y gestión obrera de las fábricas ocupadas y se está comenzando a percibir en sectores de los trabajadores ocupados. Esto se puso en evidencia en la lucha de los telefónicos pero sobre todo con el reclamo y la lucha de los trabajadores del subte de Buenos Aires.

Fueron los delegados y activistas de Metrovías los que han tenido el enorme mérito de haber impulsado los dos movimientos políticos de clase del último tiempo: el movimiento por la reducción de la jornada laboral a 6 horas y la iniciativa del agrupamiento de trabajadores que se da cita este 2 de abril. Esta iniciativa debería ser el primer paso para avanzar en un reagrupamiento clasista y en la constitución de una alternativa sólida y visible para millones de trabajadores.

Mientras el gobierno de Kirchner se ha demostrado como una pieza fundamental en la estabilización y la recomposición política del régimen, las consecuencias han sido una caída del poder adquisitivo y una pauperización generalizada del pueblo. El aumento del PBI a niveles récord no logra sin embargo reducir sustancialmente el desempleo y la pobreza. Pero lo fundamental es que la conducción actual de la CGT ha sido en su momento el adalid de la devaluación “competitiva”, y ahora es fiel defensora del gobierno, cuya deuda externa ‘nacional y popular’ aumentó en proporción al PBI. La dirección de la CTA ha tomado partido por la formación de un espacio electoral de la centroizquierda (después de haber apostado a la alianza) más que la defensa de los intereses genuinos de la clase trabajadora. El nacionalismo corporativo y el neo-keynesianismo parlamentario han fracasado históricamente. Se trata de estructurar los objetivos y las aspiraciones de los trabajadores sobre bases completamente nuevas. Ese es el objetivo fundamental que deberían proponerse las organizaciones, dirigentes y activistas que se darán cita el 2 de abril. La abrumadora mayoría de los convocantes y de los que se harán presentes en el encuentro comparten un punto de vista antipatronal, antiburocrático y anti-gubernamental y se identifican con la aspiración de trazar una perspectiva independiente para el movimiento obrero, es decir que se colocan en el campo clasista. Este reconocimiento no puede ser escondido ni escamoteado en función de consideraciones de orden táctico. Sólo un sólido planteamiento político que clarifique correctamente quién es quién en el tablero de la lucha de clases actual puede, a renglón seguido, establecer, sin marearse o confundirse, las tácticas adecuadas.

Quienes apuntan al hecho de que los sectores clasistas somos una pequeña minoría proponen sólo tareas mínimas de coordinación o de apoyo a las luchas. Pero esta coordinación y este apoyo ya son un hecho evidente en cada uno de los conflictos que se dieron en los últimos meses. Al revés, lo que necesitamos es encuadrar la solidaridad y la coordinación en el marco más general de una estrategia política. Por otra parte para formar una verdadera coordinación de luchas se necesita que en ella participen todos los sectores, incluidas aquellas direcciones sindicales de luchas reales, por más que estas sean burocráticas. Para que se declare como una auténtica coordinación el encuentro del 2 de abril es todavía muy pequeño. Como alternativa político-sindical tiene mucho por hacer.

Se trata de establecer los objetivos políticos fundamentales para el próximo período y avanzar hacia ellos. El encuentro puede ser un punto de partida hacia la constitución de un reagrupamiento clasista que hoy por hoy ninguna corriente de la izquierda por sí sola puede conformar. Quienes separan artificialmente las tareas de reagrupamiento sindical y la lucha antiburocrática de aquellas de unidad política no alcanzan a percibir que ellas están conectadas orgánicamente y que el mejor ejemplo lo da la misma burocracia sindical, cuyas distintas alas tienen muy en claro su proyecto político. Es este objetivo superior el único que puede darle continuidad a los encuentros de la vanguardia obrera, que deberían fortalecerse mediante la conformación de comités de base para actuar en común en cada empresa, gremio, localidad o región, y la constitución de un verdadero periódico obrero, democrático, participativo y abierto para llevarlo hasta el último rincón de las empresas y los barrios. Pero un periódico común no puede estructurarse sólo en base a una mesa de apoyo a las luchas. Es necesario primero que se declare abiertamente el objetivo de poner en pie un agrupamiento superior, político-social y sindical en el seno de la clase trabajadora. Esto presupone en primer lugar la unidad de los trabajadores ocupados y desocupados. Pero esta demanda que todos repiten, es sin embargo, poco instrumentada. En los hechos la separación organizativa entre encuentros o asambleas de trabajadores desocupados por un lado y de ocupados por la otra no refleja sino que la división y la fragmentación de la clase trabajadora es un hecho profundo que lamentablemente se insiste en reproducir. En el próximo período se trata de superar los ‘corralitos’ organizativos y convocar a un nuevo encuentro de trabajadores ocupados y desocupados, que sea representativo y que asegure una amplia participación para ambos sectores, asegurando para los trabajadores ocupados más del 50% del mismo.

Avanzar en la formación de un espacio clasista no significa, por supuesto, cocinarse en su propia salsa. Un agrupamiento antipatronal, antiburocrático y antigubernamental debería en primer lugar dirigirse a los millones de trabajadores que hoy están a la expectativa frente a la administración actual pero exigen una recuperación sustancial de sus salarios así como la eliminación del desempleo y el trabajo en negro. No puede aislarse o rechazar un trabajo sistemático en el seno de los gremios, tengan la dirección que tengan. Ahora que los dirigentes de la CGT han entrado en una colisión circunstancial con el ministro Lavagna o que la CTA anunció para el 4 de abril una jornada de lucha por un básico de 760 pesos, se debería sostener una política de llamado a la unidad de acción para luchar por el salario y el empleo, sobre la base de las demandas que venimos sosteniendo tanto desde el movimiento piquetero como en el movimiento por las 6 horas. Esta política unitaria, de exigencia, podría establecer un amplio auditorio para las corrientes clasistas, mostrando que no hay ni una pizca sectarismo o de vanguardismo. El salario básico de 800 pesos, el salario promedio de 1600 pesos según indica la canasta familiar y la reducción de la jornada laboral para eliminar el desempleo son puntos básicos para convocar a la unidad de acción.

En definitiva, la tarea de constituir un polo alternativo en el seno del movimiento obrero es una tarea que para los socialistas no puede estar desvinculada de la construcción de una herramienta política. Nuestro planteo de formar un partido de trabajadores basado en los sindicatos, así como la propuesta, más coyuntural, de un frente obrero, estudiantil y popular, clasista, para las elecciones de octubre son todas instancias de confluencia y reagrupamiento, y están inscriptas en una perspectiva de más largo plazo, estratégica, hacia la formación de un verdadero partido socialista y revolucionario con libertad absoluta de tendencias, un instrumento verdaderamente popular y masivo de la clase trabajadora.

Para empezar a recorrer este camino es necesario superar no sólo las rencillas sectarias de aparato profundamente equivocadas y perjudiciales, sino también los estrechos límites del sindicalismo, sobre todo cuando tenemos un 48,7% de trabajadores en negro, 16% de desocupados y una tasa de sindicalización de no más del 34%. Es necesario superar los límites y los errores del pasado. Se trata de construir una herramienta que sea capaz de superar el tenue ‘laborismo de izquierda’ que en el movimiento obrero construimos en la década del ’80, para encarar las tareas profundamente políticas que exige la etapa histórica actual de la lucha de clases. Si el encuentro sirve para dar aunque sea un sólo paso en ese sentido habrá sido todo un éxito político y un enorme paso adelante.

1- Por un programa sostenido en las reivindicaciones inmediatas de los trabajadores, aumento de salarios, reducción de la jornada laboral, no pago de la deuda externa y renacionalización de las empresas públicas privatizadas, bajo el control de trabajadores y usuarios. 2- Avanzar en la transformación del encuentro en un agrupamiento político-social y sindical sobre bases clasistas. 3- Por la convocatoria a un nuevo encuentro de trabajadores ocupados y desocupados. Que sea representativo y abierto a la participación de todos los sectores, asegurando un mínimo del 50% para los trabajadores ocupados. 4- Conformación de comités de base para actuar en común en empresas, sindicatos, localidades y regiones. Es necesario trabajar juntos y evitar la división por ejemplo cuando se presentan listas sindicales separadas. 5- Formación de un periódico común, democrático y participativo con libertad de expresión para todos los sectores. 6- Por un primero de mayo que sea una tribuna para expresar las reivindicaciones inmediatas de los trabajadores ocupados y desocupados.

Corriente Praxis. 31 de marzo de 2005

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